lunes, 2 de enero de 2017

Azerbaiyán y sus petrodólares compran a Occidente por unos mangos...



Mucho, mucho caviar; juegos de té de cristal; un presidente hijo del presidente anterior y sin límite a sus reelecciones; un bisnieto de Sigmund Freud lobbysta en Londres; entre 30 y 100 presos políticos; invitaciones generosas a congresistas de los Estados Unidos; protestas populares por el precio del pan; compra de armas a Israel; donaciones millonarias para el arte en Francia; esculturas de la esposa del presidente en Canadá; Juegos Europeos y el primer Grand Prix de Fórmula 1 a un costo de U$S 30 millones: bienvenidos a Azerbaiyán.

En un artículo detallado, la revista 1843, una edición bimensual del equipo de The Economist, describió la política de una nación que, aunque ubicada en el Cáucaso Sur, quiere ser europea: a su capital, Bakú, se la suele llamar la París del Caspio, y tras la llegada de Bernie Eccleston y sus carreras de automóviles se la ha comparado con Mónaco destaca un informe del portal argentino Infobae.

El gobierno de Ilham Aliyev ha realizado una serie de eventos deportivos como —argumentó— estrategia para diversificar la economía, centrada en las exportaciones de petróleo y de gas. Por ahora no han llegado muchos visitantes, y para los 9 millones de locales, las entradas al Gran Prix, por ejemplo, eran inalcanzables, aunque se vendían con un 40% de descuento.

La carrera inaugural se hizo ante 25.000 personas; en Mónaco hubieran sido 200.000. En 2012 Azerbaiyán fue el país anfitrión del concurso de la canción Eurovisión y se ha impuesto como patrocinador de arte. La hija del presidente inauguró una muestra del estadounidense George Condo (que incluía una composición titulada “I Love Baku”) y una fundación vinculada al gobierno ha pagado numerosos proyectos de restauración en Francia, y donado un millón de dólares al Museo del Louvre.

“En 2003, Aliyev sucedió a su padre, Heydar, como presidente, en una elección arreglada; a continuación recurrió a un referéndum para abolir los límites a los períodos presidenciales”, escribió Matthew Valencia, autor y editor de temas especiales en el semanario británico. “Planea consolidar su poder aun más en un plebiscito próximo. Bajo su aparente líder eterno, Azerbaiyán ha perseguido a los críticos constantemente. Hay entre 30 y 100 presos políticos”.

Para mantener un perfil bajo sobre esos excesos, Aliyev diseñó un programa de lobby en Occidente: usa consultoras y firmas de relaciones públicas, arregla conferencias de prensa pagadas por sus políticos en los hoteles más lujosos de Bakú y cubre a los asistentes con regalos, “como alfombras y la delicadeza que le da su nombre a la diplomacia del caviar”, según Valencia.

“Las actividades de la Sociedad Europea Azerí (TEAS, por sus siglas en inglés) incluyen la organización de eventos culturales, lobby con legisladores europeos y arreglo de visitas a Bakú. La dirige en Londres Lionel Zetter (bisnieto de Freud), un lobbysta veterano”, agregó. También podría haber pagado —está en investigación desde junio— cerca de 3 millones de dólares a un político de Milán, Luca Volontè, quien convenientemente se opuso a un informe sobre 85 presos políticos azeríes que se presentó en la asamblea parlamentaria del Consejo Europeo. Luego de una polémica, prevaleció su posición.

Azerbaiyán no sólo quiere ser importante para la comunidad europea a la que se presenta como el gran candidato para que sus importaciones de gas y petróleo dependan menos de Rusia, sino que también aspira a ser considerado un aliado de Occidente en la región.

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