domingo, 23 de abril de 2017

El negacionismo turco: inamovible desde hace 102 años.



La negativa turca a considerar genocidio la matanza de armenios tiene fundamentos complejos y raíces variadas. Por un lado, el oportunismo geopolítico y diplomático tras la Primera Guerra Mundial.
Reconocer que el naciente estado turco tenía las manos manchadas de sangre no era un buen comienzo para nadie. Ni para Ataturk ni para las potencias europeas, con intereses de todo tipo —comerciales y estratégicos— en la zona.

Más adelante, y con Armenia bajo la órbita soviética, la 'cuestión armenia' fue perdiendo fuerza y valedores en la comunidad internacional. Tratados de paz incumplidos y reparaciones de guerra no abonadas fueron poco a poco relegados al olvido, más si cabe tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, que sucedió a Armenia en el pódium de injusticias contemporáneas.

Con el paso de las décadas, Turquía aceptó la comisión de grandes matanzas (en realidad ya el mismo Ataturk lo había hecho), pero con un matiz exculpatorio, que eliminaba la posibilidad de asumir una responsabilidad deliberada: fueron, argumentan, matanzas interétnicas, con muertos por ambas partes y explicables, o contextualizables, en el marco de la Gran Guerra. Cierto.

Hubo víctimas del lado turco, pero las cifras no están claras y lo que se juzga en cualquier caso no son puntuales refriegas, sino los ataques contra la población indefensa. El negacionismo reciente del genocidio viene amparado por la dureza del Código Penal turco, que blinda al Estado y contempla pena de cárcel para quien agravie públicamente la identidad nacional.

En este sentido, la mención al genocidio armenio es quizá el agravio máximo, como ya tuvo ocasión de comprobar en sus propias carnes el Nobel de Literatura turco Orhan Pamuk, que ha abandonado en varias ocasiones su patria amenazado de muerte y perseguido por defender la causa armenia.

El negacionismo es uno de los puntos de fricción de Turquía con las instituciones Europeas, sobre todo con el Parlamento Europeo, que periódicamente insta a Ankara a dar pasos favorables al entendimiento con Armenia, dos países sin relaciones diplomáticas.

Para la UE, la 'cuestión armenia' es clave en el marco de las negociaciones para la adhesión de Turquía. Pero de momento, como pasa con el reconocimiento de la memoria del genocidio, se trata de un asunto sin resolve