sábado, 12 de noviembre de 2016

El mundo tiene más esclavos que nunca en su historia.


Generalmente tendemos a concebir la esclavitud como un oscuro episodio de nuestro pasado histórico. Sin embargo, al analizar con cierto detenimiento las condiciones actuales, y si recurrimos a algunos datos que afloran en estudios recientes, entonces podemos comprobar que este lamentable fenómeno social goza de mayor vigencia que nunca. Lo anterior resulta ciertamente paradójico si tomamos en cuenta que desde 1981 no existe país alguno que permita, al menos dentro de su marco legal, esta actividad.

Desde hace una década ya se había documentado en un estudio de Richard Re, publicado en la Harvard International Review, que alrededor del mundo existen, por lo menos, 27 millones de esclavos –y aunque resulte difícil de creer esto significa que actualmente hay más esclavos que a mediados del siglo XIX, cuando el auge de esta práctica provocaba que 25 millones de personas vivieran bajo este denigrante régimen–.

La mayoría de los esclavos contemporáneos se encuentran sometidos bajo este modelo producto de la obtención de prestamos financieros, informales, que deben luego de pagar con su trabajo. Pero si bien este formato tiene sujetos a aproximadamente el 90% de las personas que calificarían como esclavos, obviamente no es la único manifestación del sometimiento ilegal de una persona para realizar labores forzadas. Aquí deberíamos de incluir miles de casos de explotación infantil, trata de personas –sobretodo en contextos de prostitución–, o incluso lo que sucede con inmigrantes alrededor del mundo, a quienes les retienen sus pasaportes y les obligan a trabajar en condiciones miserables bajo la amenaza de ser entregados a las autoridades locales.

Un reporte publicado recientemente por la SumAll Foundation, se propuso traducir en cifras la actualidad de la esclavitud. Por medio del infográfico que resultó de este ejercicio, sabemos que, por ejemplo, un esclavo en Brasil, está destinado a generar $8,700 dólares a lo largo de toda una vida de arduo y forzado trabajo, mientras que su equivalente en la India deberá contentarse con solo $2,000. En cuanto a rentabilidad, lo más cotizado es poseer un esclavo sexual ya que este representa ganancias a su dueño de unos $18,000 dólares, si se encuentra en Tailandia, o de $49,000 si opera en California.

Hace unos años el músico y cineasta Justin Dillon decidió dedicar su vida a abolir la esclavitud contemporánea. Para ello formó un movimiento, y dirigió el documental Call+Response. El éxito de este documental sobre la trata de personas fue tal que eventualmente el gobierno estadounidense se acercó a Dillon y le ofreció su respaldo para crear una iniciativa que amplificase el mensaje central: hacer conciencia entre la población mundial sobre este triste y poco publicitado fenómeno. En respuesta nació Slavery Footprint, campaña cuya principal herramienta es un sitio web y una aplicación que, a través de un simple cuestionario, determina tus lazos con la esclavitud contemporánea, es decir, que tanto te beneficias de esta práctica –por más que la condenes abiertamente, es interesante confirmar que si realmente quieres desestimularla, entonces tendrás que cambiar algunos hábitos y sacrificar algunas de esas frívolas pertenencias a la cuales la mayoría nos hemos vuelto asiduos–.

Al terminar la encuesta, la organización te ofrece diversas maneras de participar para erradicar el fenómeno. Más allá de lo intrigante de este ejercicio, el responder al cuestionarlo, el simple hecho de que exista te obliga a reflexionar sobre tu estilo de vida, sobre tus prioridades y tus hábitos. Además, implica dejar de ver esta problemática como algo ajeno a tu contexto particular genera un lazo de identificación que a la larga podría resultar determinante para modificar aquellas prácticas que nutren la existencia de un régimen que todos criticamos pero que, inconscientemente, todos incentivamos.

Recordemos que uno de los requisitos indispensables para consumar la transformación que nuestro mundo requiere, es aceptar individualmente nuestra responsabilidad al ser de alguna u otra manera partícipes del modelo que hoy nos rige.

Ministro de Azerbaiyán rompe la bandera de Colombia,pensando que era la de Armenia.


En Azerbaiyán, el director ejecutivo del Distrito o ministro, Dashkesan Ahad Abiyev, protagonizó un hecho lamentable cuando tomó la bandera de Colombia y frente a varios soldados la golpeó y rompió.

Horas después, el director ejecutivo salió a aclarar lo ocurrido, afirmando que la bandera no era la de Colombia, sino la de Armenia, la cual es similar a la tricolor y que, en ese momento, fue tomada al revés, lo que hizo parecer que era una ofensa a Colombia. El hecho ocurrió, durante la celebración del día de la bandera en ese país.

Petró Poroshenko y Serg Sargsyan hablan de cooperación multilateral


El presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, mantuvo una conversación telefónica con el presidente de Armenia, Serg Sargsyan, durante la cual discutieron la cooperación bilateral, informa el servicio de prensa del presidente de Ucrania.

“Los jefes de Estado destacaron la disposición mutua a desarrollar la cooperación bilateral en todos los ámbitos de interés reciproco”, dice el comunicado.

Se señala que las partes señalaron la importancia de profundizar la cooperación comercial y económica entre los dos países. En este contexto, se acordó estudiar las fechas de la próxima reunión de la Comisión intergubernamental de cooperación económica Ucrania-Armenia.

Además, se debatió la cooperación en el ámbito humanitario. En particular, Poroshenko agradeció al presidente de Armenia por facilitar el trabajo de la filial de la Universidad Nacional Económica de Ternopil en Ereván.

Asimismo, la especial atención se prestó a la cooperación entre Ucrania y Armenia en el marco de la ONU.