jueves, 9 de abril de 2015

Asociación TURCA de abogados pide perdón por los crímenes de Turquía.


Una conferencia programada por el gobierno turco,dedicada a la negación del genocidio armenio ha enfurecido a varios abogados turcos de Izmir, que han respondido mediante la emisión de una disculpa por el Genocidio Armenio precisamente a los armenios.

La sección local de la Asociación de Abogados modernos de Esmirna ha emitido un comunicado pidiendo disculpas a los armenios sobre el Genocidio perpetrado por el gobierno turco otomano durante la Primera Guerra Mundial.

La asociación dice que una alianza de abogados encargados de establecer la justicia en Turquía está segura de que lo que sucedió en el Imperio Otomano 1915-1923 fue un crimen de genocidio cometido bajo el pretexto de la deportación.

Los autores de la declaración señalaron que entre los armenios detenidos y exiliados a muerte en 1915 también hubieron abogados.
"Nosotros, como abogados de Izmir, no permitiremos que los crímenes y el genocidio cometido contra los armenios sean consignados al olvido.

Pedimos disculpas al pueblo armenio en nombre de la organización de la cual somos miembros, reza el comunicado.

Kardashian busca sus raíces en Armenia




La estrella de las redes sociales Kim Kardashian (34 años), que saltó a la fama a raíz de un reality de televisión, fue recibida en Armenia por una multitud fervorosa cuando aterrizó junto a su marido el rapero Kanye West, su hija North y su hermana Khloe en el aeropuerto de la capital armenia, Ereván. Algunos fans esperan que la visita atraiga la atención al país, que está a punto de recordar la masacre del pueblo armenio de 1915.

Unas niñas ataviadas con el traje tradicional entregaron a la celebridad estadounidense anoche pan y sal como saludo de bienvenida. "Estoy feliz de estar aquí", dijo la joven como respuesta a las numerosas preguntas de los periodistas. También ante su hotel en el centro de la ciudad se congregaron numerosas personas, así como muchos periodistas y equipos de cámaras para seguir los pasos de Kardashian y sus acompañantes.

En su cuenta de Twitter, con más de 30 millones de seguidores, Kardashian escribió: "Estamos muy agradecidos de estar aquí e iniciar este viaje único en la vida".



Estoy deseando explorar "nuestro" país y probar la "rica" comida, añadió. Kardashian que quiere seguir las huellas de sus antepasados. El bisabuelo de Kim, Tatos Kardashian, emigró a Estados Unidos en 1913, dos años antes de la matanza, lo que le permitió evitar los horrores de la persecución y la deportación masiva que vivió su pueblo entre 1915 y 1923.

Este jueves, la estrella de telerrealidad y su familia han sido recibidos por el primer ministro armenio, Hovik Abrahamyan Antes, Kim y su hermana Khloe habían posado por la mañana ante el monumento de la Madre Armenia, en el Parque de la Victoria.

La conocida celebridad estadounidense de origen armenio Kim Kardashian prometió aprender el armenio al reunirse con el primer ministro.

El centenario de la masacre

Según el organizador del viaje de la estrella estadounidense, Kim ha viajado por primera vez al país de sus ancestros para "trabajar sobre un filme documental sobre el genocidio armenio" -la matanza, por parte de soldados otomanos, de miles de armenios durante la Primera Guerra Mundial- y "recordar a sus víctimas". La actriz y presentadora, participará a partir de la próxima semana en los actos para conmemorar el Centenario del Genocidio.

En la reunión con Abrahamyán, Kim y Khloé prometieron continuar con su lucha para lograr un amplio reconocimiento y condena internacionales de la matanza.

Durante su visita, de ocho días, la 'celebrity' y su troupe deben visitar el memorial del Genocidio, en Erevan, y los Archivos Nacionales para consultar documentos a propósito de sus ancestros. También se espera que visite la localidad Gyumri, donde reside su familia lejana.

La visita coincide con los actos conmemorativos de la masacre de los armenios hace 100 años. A la gran ceremonia prevista para el 24 de abril está previsto que asistan numerosas autoridades extranjeras.

Algunos fans esperan que su presencia llame la atención sobre los eventos que recordarán el suceso. "En Facebook y otros medios sociales, puede haber decenas de millones de gente, no armenios (que la siguen)", declaraba un hombre de mediana edad que se encontraba ante el hotel de Kim. "Si se informan sobre el genocidio, qué y quiénes somos, lo que nos sucedió, creo que [la visita] tendrá un impacto positivo".

Hay turcos que se creen con derecho a decidir si una mujer se puede reír...




Habla despacio, reposando las ideas, con la calma de alguien que, tras mucho deambular sin mucho encajar en ninguna parte, parece haber encontrado su papel en el mundo. La escritora turca Elif Shafak (Estrasburgo, 1971) acaba de publicar en España «El arquitecto del universo» (Editorial Lumen), donde vuelve a abordar uno de los temas centrales de su obra: las identidades periféricas, en este caso la de un adolescente indio que llega al Estambul del siglo XVI acompañando a un elefante blanco regalado al sultán, y termina convertido en la mano derecha de Mimar Sinan, el arquitecto más grande del Imperio Otomano.

«Escribir es mi forma de conectar con el universo», afirma Shafak. «Empecé a escribir siendo muy joven. Yo era una niña muy solitaria, y los libros eran mis mejores amigos, me ayudaron a salir de mi cascarón. Y yo creo en ese poder trascendental de las historias para ordenar el caos. Las historias nos cambian». Tras el divorcio de sus padres, Shafak, hija de diplomáticos, se crió en varios países, entre ellos España, país al que se siente muy unida. «El español fue mi segunda lengua», aclara, aunque hoy escribe en inglés, y sus libros son volcados al turco por traductores profesionales. Semejante trasiego juvenil moldeó su personalidad, empujándola hacia la escritura como forma de expresar una acentuada soledad que tiene su reflejo en el perfil de muchos de sus personajes. «Sin duda, mi itinerario personal ha sido siempre nómada. Soy nómada en mi alma», explica.

Los silencios de Turquía
Lejos de la grandilocuencia de la novela histórica tradicional en Turquía, muy dada a la celebración nacionalista, los libros de Elif Shafak suelen abordar los aspectos más delicados del traumático pasado de su país. Lo hizo con el genocidio armenio en «La bastarda de Estambul» –lo que le valió ser llevada a juicio en 2006 bajo el polémico artículo 301 del código penal turco, que penaliza los «insultos a la esencia de la nación turca», si bien fue absuelta–, y con los polémicos crímenes de honor en «El fruto del honor». Las identidades de sus protagonistas, además, son a menudo minoritarias en el ámbito turco: armenios, kurdos, judíos sefardíes, cristianos, homosexuales. «Quienquiera que sea el otro en un contexto dado, quiero entender su historia y traerla al centro», dice. «Me interesan las historias, pero también los silencios, y hay un montón de silencios en la historia de Turquía. Y creo que es tarea del escritor el rellenarlos», afirma.

En «El arquitecto del universo», sobresalen dos ejemplos de esos «otros» de los que habla la escritora: Jahan, el protagonista indio aterrizado en el palacio del sultán, y los gitanos que le ayudan. «Se dice en Turquía que en el Imperio Otomano había una mezcla de 72 pueblos y medio, y siempre me había preguntado cuál era ese medio. Eran los gitanos, que eran realmente “el otro del otro”. Porque cristianos y judíos eran respetados como “gentes del libro”, según la tradición islámica, pero nadie respetaba a los gitanos», indica Shafak.

«En cuanto a Jahan, me interesaba tener un personaje a la vez interno y externo, alguien que forma parte del lugar pero a la vez no. Y, honestamente, a veces me siento así en Turquía, soy parte de ella, pero a veces me siento como un elemento externo. Y creo que es una excelente posición para los escritores, porque estás lo suficientemente cerca para observar, pero lo bastante distante para poder ser crítico», asegura.

Autoritarismo
Por eso, las opiniones de Shafak respecto a la política de su país se han ido endureciendo con el tiempo. En la novela, el principal villano es el sultán Murat II, una figura que aparece como lejana pero capaz de destruir las vidas de sus súbditos con un chasquido de dedos. Conocido por su talante autocrático y fundamentalista –prohibió, por ejemplo, el consumo de alcohol en el Imperio–, a veces se utiliza para caricaturizar al actual presidente, Recep Tayyip Erdogan, cuando este deja ver sus veleidades islamistas y autoritarias.

«Hay muchos temas en el libro que tienen ecos contemporáneos. Las discusiones sobre planificación urbana son relevantes todavía hoy en Turquía», dice Shafak, refiriéndose a la oleada constructora que azota el país, que parece cerca de sufrir el estallido de su propia burbuja inmobiliaria. «Y el autoritarismo es una tradición continua en Turquía, porque hay un estado tradicionalmente fuerte. Incluso hoy, los políticos creen que, si consiguen la mayoría de los votos, tienen poder absoluto. Pero eso no es democracia. No hemos interiorizado la cultura democrática y la libertad de expresión», opina. «En Turquía hay políticos que se creen con derecho a decidir cuántos hijos puede tener una mujer, si una mujer puede o no sonreír», se lamenta.

Shafak cree en el poder transformador de la literatura. «Algunos de mis lectores son muy homófobos. Pero he comprobado que, cuando están leyendo una novela, se identifican con los personajes homosexuales. Pueden empatizar», asegura. «La lectura es un acto solitario, y siempre somos más tolerantes cuando estamos solos. El fascismo es una enfermedad de las masas».

Un arquitecto universal
En «El arquitecto del universo», Elif Shafak se atreve a recrear la vida nada menos de que Mimar Sinan, el responsable de la construcción de algunas de las mezquitas más espectaculares del Imperio Otomano, como la de Suleymaniya, en Estambul. Ingeniero militar, veterano de numerosas guerras, la mayoría de sus obras no solo han perdurado hasta hoy, sino que le han convertido en uno de los arquitectos más importantes de la historia universal. «Me di cuenta de que la gente, no sabe mucho sobre Mimar Sinan, ni en Turquía ni en el mundo, aparte de los arquitectos y eruditos», explica Shafak. «Quería acercarme a él desde un ángulo diferente, verle como individuo, como ser humano, y quería entender cómo siguió creando en una sociedad tan autoritaria».