domingo, 22 de febrero de 2015

Xavier Moret: "El dolor del genocidio armenio persiste cien años después"




El periodista Xavier Moret siempre tuvo interés por Armenia, un lugar "lejano y literario". Desde joven había leído sobre el país, su diáspora o el genocidio que sufrió en 1915. Sin embargo, no pisó esta tierra caucásica hasta abril de 2013, como cuenta en su nuevo libro, "La memoria del Ararat".
Comenta que, acompañado por el fotógrafo Alfons Rodríguez, viajó en busca de las raíces armenias, encontrándose con sus gentes, sus montañas, sus monasterios y viendo en el horizonte la montaña del Ararat, que aunque actualmente pertenezca a Turquía sigue considerándose el símbolo nacional.
Como es habitual en cada una de sus múltiples salidas, el escritor intenta hablar con personas originarias de la zona o que tengan que ver con ella antes de partir y, una vez allí, camina por las calles, se acerca a los mercados y conversa con sus habitantes.
Todos los armenios con los que trató antes del viaje y que eran hijos de la diáspora hablaban maravillas, pero él pudo contrastar aquella Armenia con la real, "que no es tan perfecta como la que sueñan" y con una capital, Ereván, "muy segura, pero donde reina la pobreza y la miseria".
En este punto de la conversación, Xavier Moret rememora que viven en la Armenia de 2015 unos tres millones de personas, aunque un 40 por ciento desearía emigrar, y otros siete millones de armenios se encuentran diseminados por el mundo, en países tan diferentes como Argentina o Uruguay, Francia y Canadá.
Todos ellos, sin embargo, coinciden en estar "muy marcados por el genocidio que sufrieron en 1915", que acabó con un millón y medio de muertos en territorio turco.
Subraya que esta "gran matanza les pesa", que es todavía, cien años más tarde, una herida abierta, y agrega que todas las familias cuentan con alguna víctima. "Y lo peor -prosigue- es que el mundo no la ha reconocido, el dolor persiste y pasa de generación en generación".
En el libro, publicado por Ediciones Península, relata como en Ereván cada 24 de abril se conmemora el aniversario de la masacre ante un monumento que cuando llegó a la ciudad se encontraba en "una explanada desierta" y ese día se convierte en "un mar tumultuoso de memoria y solidaridad".
Una multitud sube durante la jornada hasta el lugar, donde dejarán flores hasta el atardecer en recuerdo del millón y medio de muertos, lo que provoca una montaña de más de dos metros de altura, que dos días después será recogida por grupos de niños, que separan los pétalos y los reciclan para hacer papel.
Xavier Moret, en este indagar por la historia armenia, también pudo conversar con Movses Haneshanyan, quien a sus 103 años de edad en aquel momento, era uno de los pocos supervivientes del genocidio, y quien de viva voz le contó cómo grupos de armenios cavaban con sus manos las rasas en las que luego serían enterrados tras ser asesinados por los turcos.
Su padre pudo salvarse porque, acabada la rasa en Musa Dagh, le hicieron caminar por el desierto hacia Siria y allí se topó con un árabe al que conocía, quien pagó dinero a los turcos para liberarlo.
Moret también se muestra impresionado por la historia del abuelo de Shushan, una argentina-armenia, quien le explicó que este hombre, en el momento del genocidio, había sobrevivido escondido durante una semana dentro de la barriga de un asno, "sin atreverse a salir ante el horror que veía".
Shushan y su familia conocieron esta vivencia gracias a un dietario que descubrieron a la muerte del abuelo, porque él, instalado en Argentina después de aquello, nunca quiso hablar de lo ocurrido en 1915.
Preguntado sobre cómo ve el futuro del país, Xavier Moret espera que reviva de alguna manera, especialmente si apuesta por la cultura, aunque no obvia que hoy la lucha es "por la supervivencia económica y en contra de la corrupción".





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