sábado, 17 de noviembre de 2012

En Turquía ya no matan a los periodistas, pero los entierran en vida»

Los tribunales de Estambul han estado bastante ocupados esta semana con dos juicios colectivos contra profesionales de la información. El lunes, 35 periodistas kurdos fueron procesados por su presunta relación con la red de apoyo a la guerrilla del PKK, considerada terrorista por Ankara y la Unión Europea. El viernes les tocó el turno a los trabajadores de Oda TV, a quienes se acusa de formar parte de una enorme trama golpista conocida de forma genérica como «Ergenekon».

Sin embargo, en ambos casos existen serias dudas sobre la solidez de las acusaciones. Los críticos sostienen que estos juicios -que han convertido a Turquía en el país con mayor número de periodistas en prisión, muy por delante de China e Irán- tratan en realidad de castigar al sector de la prensa más crítico con las autoridades.

«Un mínimo de 76 periodistas están encarcelados en Turquía, y este número es un síntoma de la situación estructural en el país», explica a ABC Jean-Paul Marthoz, del Comité para la Protección de los Periodistas, que acaba de emitir un contundente informe que presenta un sombrío panorama sobre la libertad de prensa en Turquía. «El gobierno turco se encuentra inmerso en una gran ofensiva para silenciar a los periodistas críticos mediante el encarcelamiento, la persecución legal y la intimidación oficial», asegura el CPJ.

En abril, un informe de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) cifraba el número de reporteros encarcelados en 95, mientras que algunas fuentes lo elevan hasta más allá del centenar. «Las cifras varían porque algunos han sido liberados en este tiempo, y también porque se aplican criterios diferentes. El CPJ es muy riguroso, hemos verificado las acusaciones una por una, y hemos encontrado que en al menos 61 de los casos -entre ellos los 35 kurdos juzgados el lunes- las personas están encarceladas por nada más que su actividad periodística, la práctica de un periodismo crítico», explica Marthoz.

Es tristemente célebre el caso de la reportera Özlem Agus y sus dos compañeros, quienes denunciaron las condiciones de la cárcel de Pozanti, en el sureste de Turquía, donde decenas de menores kurdos eran torturados y violados por los guardias y por prisioneros adultos. Tras la aparición de sus artículos en la agencia kurda Dicle, la reacción de las autoridades no fue solucionar la situación de los menores -que simplemente fueron trasladados a otra prisión de condiciones similares y con el mismo personal administrador-, sino encarcelar a los tres periodistas junto con el preso que les había suministrado la información, y acusarles de «terrorismo».

Las conclusiones del informe del CPJ han sido refutadas por el Ministerio de Justicia de Turquía mediante un comunicado. «Estas personas no son periodistas sino miembros de organizaciones terroristas. ¿Acaso tienen algo que ver las bombas y los asesinatos de policías con el periodismo? El CPJ trata de actuar como un tribunal judicial, dado que no acepta las decisiones de la Alta Corte de Apelaciones», dice este organismo. Sin embargo, Marthoz insiste en que «existe un ambiente de intolerancia frente a la prensa crítica. Se producen ataques verbales contra los periodistas por parte de altos oficiales del gobierno, como el propio primer ministro Erdogán, y se abren procesos de difamación». En estos momentos existen más de cuatro mil procesos judiciales abiertos contra profesionales de la información.

«Yo empecé a trabajar como periodista en 1990, y, basándome en mis experiencias y en lo que he leído sobre la historia del periodismo en este país, pienso que estamos pasando una etapa muy oscura para la libertad de expresión y de prensa. Ha habido otras épocas oscuras, pero siempre tras golpes de estado, bajo gobiernos militares», explica Ahmet Shik, reportero de investigación y uno de los juzgados en el caso de Oda TV. Shik se ha pasado un año en la cárcel, y todavía puede ser condenado a más de una década por su presunta vinculación con una organización golpista.

Pruebas fabricadas
Este periodista asegura que las pruebas contra él y los demás acusados de Oda TV han sido fabricadas, tal y como han demostrado varias organizaciones periciales internacionales. Según él, el verdadero motivo de su encarcelamiento es el libro que estaba escribiendo, «El ejército del imán», que describía la infiltración islamista en el seno de la policía y la judicatura, y cuyo borrador fue secuestrado y destruido antes de su publicación, en 2011. «Durante los años 90, treinta y ocho periodistas fueron asesinados, en su mayoría socialistas y kurdos. El arma que usaban entonces para censurar eran las balas, ahora usan las prisiones», dice. «Ahora no nos matan, pero nos entierran en vida».

Para Marthoz, la primera causa de esta situación es la ambigüedad en la legislación actual. «El artículo 10 de la Convención Europea de Derechos Humanos permite límites a la libertad de expresión, pero siguiendo criterios muy precisos. Una de las cosas más cuestionables del sistema legal turco es su carácter vago, impreciso, que permite arbitrariedades», indica.

Tanto Marthoz como Shik coinciden en que existe además un ambiente de intimidación a la prensa que refuerza la autocensura. «El primer ministro [Erdogán] da nombres de periodistas críticos a los dueños de los medios, y los despiden, porque los grandes grupos mediáticos tienen lazos financieros con el gobierno», afirma el reportero turco, cuya visión, no sólo del futuro sino del propio presente, es poco esperanzadora. «Turquía ya es una autocracia», asegura.

La legislación antiterrorista, aplicada a periodistas

Todos los consultados para este reportaje coinciden en que un importante condicionante es la durísima normativa antiterrorista, que según Human Rights Watch es la segunda más restrictiva del mundo después de la del Reino Unido. “En muchos países las leyes antiterroristas se aplican de forma inadecuada. Aquí, muchos representantes estatales creen que necesitan la ley antiterrorista, y algunos piensan que la pueden utilizar para otras cosas, para limitar la libertad de expresión de una forma que no tiene nada que ver con la lucha contra el terrorismo”, asegura John Ralston Saul, presidente del PEN Club Internacional, que esta semana celebró un acto en Estambul para denunciar este problema.
De acuerdo con el informe de la OSCE consultado por ABC, todos los periodistas encarcelados, salvo unos pocos, están acusados de algún tipo de relación con un grupo armado, subversivo o golpista. “Los regímenes opresivos nunca dicen que están encarcelando a periodistas, sino a terroristas”, señala Ahmet Shik.

http://www.abc.es/internacional/20121117/abci-turquia-matan-periodistas-pero-201211161707.html