sábado, 27 de octubre de 2012

Turquia procesa famoso pianista por confesarse ateo.

Los que rechazan la intolerancia basada en el respeto a dogmas religiosos y la prohibición de blasfemar deben hacerse oír
El pianista y compositor turco Fazil Say, de 47 años, tiene una brillante carrera internacional. En este momento su notoriedad le supone estar de actualidad en Turquía, donde está procesado por haber publicado en su cuenta de Twiter unas palabras juzgadas ofensivas contra el islam. . Se arriesga a dieciocho meses de cárcel.

En Internet, Fazil Say reivindicó su ateísmo, bromeando sobre un muecín y citando los versos del poeta persa, Ommare Khayyam: “Ustedes hablan de ríos de vino que corren en el paraíso. ¿Para ustedes el paraíso es una taberna? Ustedes dicen que dos vírgenes esperan a cada creyente. ¿Para ustedes el paraíso es un burdel?

So pretexto de respetar las creencias de todos, la justicia y el gobierno turco dirigido por el partido islámico “moderado” AKP (Partido de la Justicia y del Desarrollo) quieren hacer callar a todos los que no comparten su visión de un orden moral religioso impuesto a todos. Se trata de imponer una mordaza a la población, en esta ocasión sin el menor “respeto” a las creencias de cada uno.

Fazil Say está acusado en virtud de un artículo del nuevo código penal adoptado en 2004, según el cual, “la denigración de las creencias religiosas de un grupo” es un delito. No es el primero, el escritor Orhan Pamuk, por ejemplo, sufrió también un proceso. Y varios miles de estudiantes están en prisión por un delito de opinión.

Fazil Say se tuvo ya problemas en 2007, al crear una obra dedicada a la matanza de Sivas que tuvo lugar en 2007. Ese año, durante una reunión de artistas e intelectuales de izquierda, unos islamistas prendieron fuego al hotel donde se encontraban los participantes, provocando 37 muertos. Veinte años más tarde, los responsables no han sido juzgados y el gobierno de AKP no quiere todavía que se recuerde este tema, ni siquiera en una obra musical.

Fazil Say puede planear exilarse en Japón en el peor de los casos. Pero son pocos los que pueden hacerlo. Los que rechazan la intolerancia basada en el respeto a dogmas religiosos y la prohibición de blasfemar deben ser muchos y hacerse oír en Turquía… y en otros lugares.